lunes, 3 de agosto de 2009

Nunca fuimos chimpancés. por Andrés Ruiz Segarra




PATRONES DE CONDUCTA EN ESPECIES DE
SIMIOS ACTUALES


Los humanos hemos surgido fruto de la diversificación evolutiva de unos pequeños animales insectívoros que dieron lugar a los primates. Debido a ello, es posible inferir que homínidos antepasados nuestros, de hace unos 7 millones de años en adelante, pudieron haber tenido pautas de comportamiento similares a las de algunos grupos de primates actuales; modelos de tipología social de las primeras formas prehumanas, tal vez comparables en cierta medida con poblaciones de simios existentes hoy en día. Especies como el chimpancé – el más cercano genéticamente al hombre- u otras, pueden reflejar actitudes innatas a un patrón exclusivo de los primates pero desarrollado únicamente por algunas especies. ¿Cuál era el número de componentes de los grupos de Australopithecus (homínidos bípedos de cerebro pequeño anteriores a Homo) y qué proporción había de machos y hembras dentro de esos grupos? ¿Cómo realizaban la caza ocasional? -si es que la hubo-; muchos detalles de la conducta de nuestros ancestros podrían estar- o quizá no- reflejados en especies actuales. Pero no se puede hablar de la conducta social de los primates sin resaltar la importante labor de la etóloga británica nacida en Londres Jane Goodall (3 de abril de 1934) con respecto a sus investigaciones acerca de los chimpancés; o de Dian Fossey, zoóloga estadounidense (1932-1985) que estudió de cerca a los gorilas de montaña; además de Birute Galdikas Brindamour antropóloga canadiense nacida en Alemania en 1948, y sus investigaciones sobre los orangutanes en Indonesia. Estas tres investigadoras fueron elegidas y financiadas en etapas distintas por un importante paleoantropólogo anglo-keniata, Louis Seymour Bazett Leakey (1903-1972).

El Dr. Louis S. B. Leakey perteneció –junto a su esposa e hijo- a una familia muy destacada dentro del mundo de la paleoantropología. Entre sus muchos e importantes descubrimientos, destacan los primeros restos fósiles hallados de Homo hábilis (1960) “hombre hábil”, junto con herramientas de piedra asociadas a estos mismos restos. Este espécimen, H. hábilis, está considerado - aunque no por todos los investigadores- como el primer representante del género llamado Homo. La especie Hábilis tenía un cerebro superior al de los Australopithecus y se caracterizadaza principalmente por el uso de herramientas de piedra. Como ya he señalado, no es este el único descubrimiento importante de la familia Leakey, que goza de un reconocimiento mundial, sus contribuciones a la investigación de la evolución humana han sido de enorme trascendencia.

Leakey, buscaba una persona capaz de entregarse plenamente al estudio de los chimpancés en estado salvaje y la joven Jane Goodall de aquellos años, que desde muy pequeña soñaba con ir a África, encajaba perfectamente en ese perfil. En 1960, Goodall, se traslado a la reserva nacional de Gombe, junto al lago Tanganika en Tanzania. El trabajo de la joven y apasionada Goodall, la observación de chimpancés en estado salvaje, se prolongó en el tiempo durante más de treinta años y ya en sus inicios contribuyó a desvelar el complejo comportamiento social de estos animales: su inteligencia; los distintos y variados perfiles psicológicos; el uso de “armas”; la caza en grupo; la utilización de herramientas, y los comportamientos sexuales.

Descubrir que los chimpancés cazaban pequeños monos y se alimentaban de ellos de forma esporádica, fue todo un sobresalto para las mentes que en los años sesenta todavía veían a estos primates como imitadores circenses que realizaban ejercicios a cambio de plátanos. La complejidad de su comportamiento social en estado salvaje tenía poco que ver con esos animales disfrazados que se sentaban en sillas a tomar el té en algunos espectáculos. Goodall, sorprendió a todo el mundo,- incluidos los investigadores de la evolución humana- al demostrar que los chimpancés utilizaban herramientas. Estos animales introducen largas briznas de hierba, que eligen cuidadosamente, a través de los orificios de los termiteros, y extraen las termitas que se enganchan a estas briznas, sin duda un delicioso alimento para estos primates. También se les ha visto utilizar piedras para romper la dura corteza de los frutos secos y sus experiencias en nuevos descubrimientos pasan a las siguientes generaciones. Experiencias, como las propiedades beneficiosas de algunas plantas que les alivian de ciertas dolencias. Tal vez estos rasgos de nuestros más cercanos familiares, procedan de un antepasado común que tomó diversos caminos de evolución. Cuando creemos ver sorprendentes parecidos entre los chimpancés y nosotros, cuando sus miradas nos parecen humanas, olvidamos, que somos ambas especies quienes nos parecemos a un antepasado común.

Son varios los libros que Jane Goodall ha publicado a lo largo de una vida dedicada al estudio de estos y otros animales, pero uno de los más difundidos, y donde el lector interesado puede disfrutar de las vivencias de esta investigadora con los chimpancés de Gombe, lleva por título En la senda del hombre, y fue publicado por primera vez en 1971.
El Dr. Louis S. B. Leakey animó a otras dos investigadoras a realizar trabajos de investigación con grandes simios (orangutanes y gorilas respectivamente) para comprobar así si estos animales en estado salvaje podían arrojar luz sobre la evolución del hombre primitivo. Desgraciadamente, una de las investigadoras, la zoóloga estadounidense Dian Fossey (autora del conocido libro Gorilas en la niebla), que durante 22 años estudió el comportamiento de los gorilas de montaña, fue hallada muerta en 1985, al parecer asesinada por tratar de frenar la caza furtiva de estos grandes simios.

Los estudios de primates, y en especial de los grandes simios, indican que los modos de comportamiento; las estructuras jerárquicas; la alimentación; los patrones de reproducción y cuidado de la descendencia además del numero de miembros que forman los grupos y la predominancia en ellos de machos o hembras, no guarda una línea direccional. Sino que es, en muchos casos, un cúmulo de diferencias muy significativas. La adaptación de los primates a distintos ambientes a lo largo de millones de años no ha hecho otra cosa –como sucede con todas las especies animales- que explorar en sus capacidades físicas y genéticas, para (y siempre por selección natural) adaptarse a las nuevas situaciones climáticas y sobrevivir a ellas de la mejor forma posible. Ello no implica que las fórmulas de comportamiento desarrolladas, la alimentación etc. hayan tenido que seguir los mismos senderos de evolución, pero sin embargo, mantiene las características innatas (biológicas y genéticas) que relacionan a todos los primates cuanto menos distanciados están en el tiempo de separación evolutiva (especiación). Recordemos, una vez más, que los humanos pertenecemos también al orden de los primates, y que hace algo menos de 7 millones de años unas especies comenzaron a adquirir rasgos sutilmente más humanos -Visto desde la perspectiva actua-l, y significativamente menos simiescos.

¡Nunca! fuimos chimpancés, este es un error popular que atiende a la pregunta mal formulada de “por qué el chimpancé no ha evolucionado más”, lo cierto es que sí lo ha hecho, pero hacia otras formulas que le han permitido sobrevivir con éxito durante unos pocos millones de años; hasta la actualidad, donde se extinguirá gracias a sus primos humanos. No existe una dirección evolutiva, una meta a alcanzar en la que unos llegan y otros no, salvo la propia supervivencia del individuo y de la especie. El ser vivo más próximo a nuestra especie, tiene pocas diferencias de material genético y se trata del pariente más cercano: el chimpancé. Podríamos decir, que el abuelo del abuelo del abuelo del abuelo... ...de un chimpancé, (7 millones de años atrás), era también el nuestro. Pero evidentemente jamás fuimos chimpancés, de la misma forma en que este primate jamás fue humano.

Gracias a Jane Goodall y a sus investigaciones, basadas en la paciente observación de los chimpancés en estado salvaje durante más de treinta años, hemos sido capaces de ver en la mirada de otra especie los rasgos más cercanos a la nuestra.
Sería muy interesante indagar mucho más profundamente en la información existente hoy, sobre los primates, y concretamente sobre los grandes simios.

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Andrés Ruiz Segarra

"Un tiempo que va más allá de la Historia, que precedió a la humanidad, y que determinó lo que hoy somos y el lugar que ocupamos en este planeta"